¿Donde Corre Franco Colapinto?
Colapinto corre en el Gran Premio de Mónaco
FORMULA UNO
Franco Colapinto competirá en Mónaco
1. Historia y leyenda en cada curva
El Circuito de Mónaco no es una pista: es un símbolo. Desde su primera carrera en 1929, este trazado urbano de 3.337 km ha sido el termómetro que mide la grandeza de los pilotos de Fórmula 1. Sus calles, convertidas en circuito cada mayo, son un museo viviente: la curva Sainte-Dévote, donde arranca el frenético sprint hacia la colina de Beau Rivage; la Casino Square, con su elegancia aristocrática, y el Túnel Louis Chiron, un desafío técnico donde los motores rugen a 280 km/h bajo luces artificiales. Aquí, la historia se escribe entre adoquines y guardarrailes.
2. Un baile con el peligro
Con solo 13 metros de ancho en su punto más estrecho, Mónaco exige precisión quirúrgica. Un error de 5 centímetros puede terminar en un muro, como le ocurrió a Verstappen en 2016. La Chicane del Puerto, con su peralte mínimo, obliga a los coches a "volar" sobre el asfalto, mientras que la Curva de la Piscina desafía las leyes de la física con cambios de dirección bruscos. Los pilotos comparan una vuelta aquí con «apuntar con un láser en movimiento»: no hay margen para el miedo, solo para el cálculo perfecto.
3. Ingeniería bajo presión
En Mónaco, los equipos priorizan la aerodinámica de alto downforce y la suspensión reforzada para absorber los baches de las calles públicas. Los neumáticos, sin embargo, sufren menos que en otros circuitos: las bajas velocidades promedio (160 km/h) reducen el desgaste, pero la gestión de temperatura es clave en zonas lentas como la Rascasse, donde los frenos pueden enfriarse peligrosamente. Además, la estrategia de pit stop es casi irrelevante: adelantar es tan difícil que el 80% de las carreras se definen en la clasificación.
4. Momentos que definen carreras (y carreras)
¿Qué sería de Mónaco sin su drama? En 1988, Ayrton Senna lideraba con 50 segundos de ventaja… hasta chocar contra la barrera en Portier, un error que lo marcó para siempre. En 2006, Schumacher «estacionó» su Ferrari en La Rascasse para bloquear a Alonso, desatando una polémica histórica. Y en 2023, el local Charles Leclerc rompió su mala racha con una pole emocional, aunque la victoria se le escapó por un error en la estrategia. Aquí, hasta la gloria tiene sabor agridulce.
5. Más que una carrera: un fenómeno cultural
Mónaco es el Gran Premio donde el lujo y el riesgo conviven. Mientras los monoplazas raspan los muros del Hotel de Paris, millonarios brindan con champán en yates de 100 millones de euros. Es un evento que mueve 150 millones de dólares en una semana, con celebridades como Brad Pitt o Serena Williams en las gradas. Pero tras el glamour, hay una verdad incómoda: en la era de los circuitos seguros y espaciosos, Mónaco sobrevive por su legado. Ganar aquí no da muchos puntos… pero te hace eterno.



